El domingo 22 de mayo celebramos, como es de tradición, la Fiesta Parroquial en la Parroquia de Lengua Española de París. Este año el clima no acompañó: la jornada fue gris y lluviosa; pero los ánimos se mostraron más fuertes que el mal tiempo, y la celebración fue por todo lo alto.
Comenzamos a las 11h.00 con una solemne Eucaristía bilingüe, a la que asistió un nutrido grupo de las dos comunidades, hispanohablante y francófona, que componen nuestra única comunidad parroquial. La presidió el párroco, P. Arturo Muiño, y concelebraron todos los presbíteros de la comunidad claretiana al servicio de la Misión.
A continuación, la Parroquia ofreció un “aperitivo” a todos los participantes en la Eucaristía. Para ello, como para la continuación de la Fiesta, pudimos contar con el patio del Colegio Español generosamente cedido para la ocasión por la Dirección del Colegio, a la que quedamos sumamente agradecidos.
El aperitivo resultó rico, abundante y hermosamente presentado: se veía la mano experta de nuestras “colaboradoras”, sin olvidar, tampoco, la de algún “colaborador” no menos experto. Durante este tiempo la ONG claretiana PROCLADE, presente en nuestra Parroquia, mantuvo abierto un stand de venta de libros y discos, donados por nuestros parroquianos; los fondos resultantes de esta venta se destinan a financiar un proyecto de colaboración solidaria en Uganda.
Y como el hambre se despierta comiendo, el “aperitivo” sirvió de puerta “abierta” a la comida festiva. Este año contamos con la presencia de una 80-90 personas, de procedencia muy variada: españoles, latinoamericanos de diferentes países, franceses y hasta un simpático grupo de filipinos y filipinas. En el ambiente flotaban y se entremezclaban los aromas de diversos gustos alimenticios: desde la barbacoa francesa, hasta el pansit filipino, pasando por las tortillas de patatas, las patatas rellenas colombianas… Toda una sinfonía de olores y sabores, capaces de despertar el apetito del más desganado, si es que alguno había.
Y a continuación, ¿quién dijo miedo? Los chavales y menos chavales se lanzaros a jugar en el centro del patio, pese a la lluvia. El tradicional juego de la silla, suscitó las risas de todos y la alegría de los ganadores; y es que si no os hacéis como niños…
El patio mojado estaba muy bien para que los más jóvenes se explayaran con los juegos, y quemaran un poco de calorías, que nunca viene mal. Pero para las actuaciones musicales hubo que utilizar el gimnasio del Colegio. El espacio resultó acogedor y muy adecuado para el tipo de espectáculos que se ofrecieron: el grupo de flamenco, danzas colombianas y ecuatorianas, canciones de la tradiciones folclórica española y americana y, para concluir, como novedad de este año, una delicada danza filipina, homenaje floral a la Cruz de Mayo.
Y por fin llegó el conocido, pero no por ello menos esperado, sorteo de las cestas, la rifa que, este año, contaba con nada menos que 38 premios. Entre la expectación general fueron cantándose los números; muchos de los ganadores no estaban presentes en la sala, y esperamos que retirarán sus premios más adelantes; pero bastantes otros afortunados sí que pudieron llevarse ya, directamente, a casa las cestas ganadas – o las compartieron allí mismo, en ambiente de fiesta, con amigos y parientes.
Y en torno a las 17h.30, concluido el sorteo, el P. Carlos Tobes, en nombre del P. Párroco, ausente, saludó y despidió a los presentes, no sin antes pedir la colaboración de quienes pudiesen y deseasen quedarse un momento, para echar una mano en la limpieza y reacomodación de los locales del Colegio que habíamos utilizado: y hay que decir que la respuesta fue tan generosa como era de esperar.
No podemos concluir esta reseña sin manifestar nuestro agradecimiento. Gracias al Colegio Español Federico García Lorca por la disponibilidad que, como siempre, ha demostrado. Gracias a todos y todas los que con su trabajo, su esfuerzo y su alegría han llevado el peso de la preparación, conducción y conclusión de la jornada. Y gracias, en particular, a todos los parroquianos que, con su presencia, contribuyeron al feliz resultado de la Fiesta: ellos son su alma y su razón de ser.